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Las bibliotecas se vuelcan en Internet


A la gran fuente de conocimiento que es Internet le faltaba una gran parte de la sabiduría universal: la contenida en los libros. Google se ha propuesto paliar este déficit con Google Print, un proyecto para digitalizar 15 millones de libros de algunas de las más importantes bibliotecas del planeta, y ponerlos a disposición de los internautas. Su ambiciosa misión, "organizar la información del mundo", se ha topado esta vez con el recelo de la vieja Europa, expresado con mayor vehemencia desde Francia, que teme que el enorme poder de Google, unido al "criterio anglosajón" que aplicará al seleccionar las obras, amplíe el dominio de EEUU en el mundo digital en detrimento del patrimonio cultural europeo.
Por NACHO ROJO en Eroski Consumer
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Google Print

De entre los numerosos proyectos que ha puesto en marcha Google recientemente, hay uno que destaca por su gran envergadura: Google Print. El popular buscador ha llegado a un acuerdo con cinco grandes bibliotecas (las de las universidades de Michigan, Harvard, Stanford y Oxford, y la Biblioteca Pública de Nueva York) para digitalizar y ofrecer en Internet unos 15 millones de libros de aquí a 2015.

Desde print.google.com se pueden realizar búsquedas sobre el texto completo de las obras digitalizadas, aunque sólo es posible consultar íntegras aquellas que estén en el dominio público, esto es, las que ya no tengan derechos de autor. De los libros con copyright, Google Print ofrece información bibliográfica y fragmentos (en ocasiones sólo la frase o párrafo que contiene el texto buscado) como vía para venderlos a través de tiendas online como Amazon, Barnes&Noble.com o Booksense. También muestra los títulos cedidos por las editoriales, de los que se consulta la página donde aparece el texto solicitado y algunas páginas anteriores y subsiguientes.

Google Print no se limita a mostrar un 'pantallazo' de la página del libro que contiene el texto buscado (que aparece resaltado en color). Localizado el libro, se puede lo repetir la búsqueda o realizar una nueva dentro del mismo ejemplar, leer reseñas y críticas de la obra, encontrar información relacionada (por ejemplo, otras páginas web que mencionan el libro) con la edición y el editor, comprarlo online o situar una biblioteca donde esté disponible.

No se trata, según afirma Google, de facilitar la lectura en la Red de un libro de principio a fin, sino de ayudar a descubrir nuevos títulos: "es como ir a la librería y hojear, sólo que con el toque Google". 

Como indica en la declaración de intenciones de otros tantos proyectos, "la misión de Google es organizar la información del mundo", y en este caso se añade que "mucha de esa información no está todavía online", por lo que Google Print "aspira a poner el contenido de los libros donde se puede encontrar de forma más sencilla, en los resultados de búsqueda de Google". De hecho, el buscador genérico (google.com) ya coloca en la parte superior de la página de resultados un icono que muestra enlaces a libros.

Google prevé invertir alrededor de 150 millones de euros para completar el proyecto, todavía en fase beta (en pruebas), que seguramente tenga continuidad dentro o fuera del buscador: "La mayoría de los conocimientos del mundo se habrán digitalizado y estarán disponibles de aquí a dos décadas", según Michael A. Keller, de la Biblioteca de la Universidad de Stanford, centro donde estudiaron los fundadores de Google, Sergey Brin y Larry Page.
Esta ambiciosa iniciativa, que de entrada suena como una gran herramienta para difuminar las fronteras del conocimiento y un magnífico servicio para la comunidad internauta, se ha recibido con cierto temor en algunos círculos culturales y políticos europeos. Que sea una empresa privada estadounidense, con afán de lucro, la encargada de 'expandir la cultura' según criterio propio es un desafío a Europa, como expresaba un artículo de Le Monde firmado por el director de la Biblioteca Nacional de Francia, Jean-Noël Jeanneney, quien muestra su recelo ante las intervenciones sobre el patrimonio cultural y ante el dominio de EEUU en el mundo digital. Europa pretende reaccionar para que no se amplíe la brecha entre la cultura europea y anglosajona, con mucha más presencia en Internet.
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Fragmento de una nota publicada en 2005.

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